Iván, mi hijo en el año 2005, o tal vez algo más, no lo se ya, pero es un lobo al que tiene en sus brazos y al que hoy sigue visitando y conociendo........ su tia es biologa y cuidadora de lobos, je........ y es la hermana de su papi a la que él adora como creo adora a su mami, jeje.......
Habían pasado veinte días y seguía sin escuchar su voz...
Pero vivía yo en un dolor tan aplastante que casi agradecía el silencio más doloroso.
No hubo explicaciones, casi no hubo razones, no entendibles para nuestros corazones.. pero pasó, de un día para otro pasó y el mundo se derrumbó a nuestros pies.
Papá se fue…
Iván, un niño de cuatro años decidió ser el culpable y cargar con la pena perdiendo su voz, pero desde su silencio me cuidaba.
La gente decía:
- Niña, teneís que ir a un psicólogo, teneís que ir a un psiquiatra, niña tenéis que medicaros, no estás bien, perderás a tu hijo, moriras tu… niña despierta…
Habían pasado muy pocos días y la gente, los amigos, la familia todos parecían conocer ya la solución.. así que Iván y yo huimos cual ermitaños y nada del mundo quisimos saber.
Día veinte de absoluto silencio en un hogar en el que durante veinte años solo risas y felicidad había… quizás algo de todo aquello en las paredes quedaba.
Dormíamos juntitos, pegados como lapas, pero sin hablar…..
Noche del día veinte:
- Iván ¿quieres llorar?, ¿Echas de menos a Papá?, Yo sí, y quiero llorar un rato largo, ¿me acompañas?..
Comenzamos a llorar, parecía que la vida se nos fuera en ello.
- Iván Papá te ama, mucho.
Y llorando nos quedamos dormidos.
Día veintiuno.
Ese día mi vida cambió.. comenzaba el verano.
Creo que las lágrimas derramadas algo de espacio dejaron en nuestras almas, ese día también fue silencioso pero comimos con coca-cola, llegó la noche y despues de cenar algo en mi cambió y dije:
- Iván quieres hacer un paseo nocturno
Tenía cuatro años, no entendía, no sabía, pero su espíritu de superación le hizo decir con su cabecita: SI… que no con su voz.
- Bien, pues descalzate que nos vamos a la playa, a ver estrellas y mojarnos los pies, pero saldremos descalzos.
Parecía una aventura, le gustó la idea, lo vi en sus ojos, se descalzó, me dió la mano y nos fuimos.
Ese acto lo repetimos cada noche durante todo el verano hasta que empezó el colegio, al tercer día mi hijo era ya el niño más charlatan de la tierra.. al tercer día.
Los que nos veían me llamaban mala madre, me decían
- Como eres capaz de salir descalza con el niño, pillará una infección, no tienes conciencia.
Por suerte para mi hijo y para mi nunca hice caso.
A los pocos días comencé a escribir lo que titulé:
Diario de Iván para Papá.
Porque era tanto lo que hablabla.
- Mamí, decía… que pena que Papí no esté aquí viendo esto.
Y Papá que si le amaba vino después de un mes a buscarle.
El trabajo fue mío que me prometí a mi misma que no importaba mi dolor que nunca mi hijo perdería a su padre.
En este instante mi hijo está preparando una enorme mochíla, ya tiene diez años y se va ahora a pasar un mes con su adorable padre. Emocionado está. Yo tragando lágrimas porque es maravilloso verle así de feliz al irse con él, pero sigue siendo para mi su ausencia de un dolor inexplicable…
Y os quiero contar que aquel año de hace siete cuando comenzó el colegio me llamaron de la escuela para preguntarme:
¿qué son los paseos conturnos?....
Y os diré que a la salida del cole mil niños al lado de mi hijo me decían, nos llevas a hacer un paseo conturno con Iván?
Y ese septiembre, que hizo buen tiempo al comenzar el cole yo sola con muchos niños hice esos paseos, y en el colegio me felicitaron , y yo lloré, en mí seguía el dolor pero en payaso me convertí… Y hoy al verle partir orgullosa me siento, aunque el dolor sigue en mi porque siento que un mes de mi vida a su lado me roban.
Julio de hace 4 años.. uffff